TUMORES MEDULARES (testimonios)
¿Qué es un tumor raqui-medular?
Es una masa dentro de médula espinal o en sus cubiertas y cuyo origen está en el crecimiento descontrolado de células derivadas, bien de componentes propiamente de la columna vertebral o de la médula espinal, o bien provenientes de células tumorales localizadas en otras zonas del organismo (metástasis).
Tumor intramedular
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Metástasis por neo de colon en raquis cervical
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Puede tratarse de una lesión benigna o de una lesión maligna. Las benignas son, generalmente, de crecimiento lento, muy bien delimitadas con respecto a los tejidos que las rodean y curables si se pueden extirpar completamente mediante una intervención quirúrgica. De entre ellas destacan los neurinomas y los meningiomas. Las malignas son de crecimiento rápido, crecen infiltrándose en los tejidos vecinos, sin que se pueda establecer unos límites bien definidos y no curables con tratamiento quirúrgico, pues el tumor vuelve a reproducirse rápidamente tras la operación. Esto sucede con los gliomas, existiendo entre ellos distintos tipos y grados de malignidad.
¿Qué síntomas provocan los tumores medulares?
Al crecer comprimen, desplazan, invaden y provocan edema (inflamación) de las vías nerviosas vecinas, dando lugar a la malfunción de las mismas. Los síntomas de presentación son defectos neurológicos: pérdida de fuerza en una parte del cuerpo, pérdida de sensibilidad, falta del control de la orina o del esfínter anal, sensación de descargas eléctricas en una parte del cuerpo, etc… Conforme el tumor va creciendo los síntomas se agravan hasta provocar parálisis completa de uno o más miembros (paraplejia o incluso tetraplejia dependiendo de la zona en la que asienta el tumor).
¿Cómo se diagnostica un tumor medular?
Imagen de RM de tumor intradural extramedular: meningioma
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Imagen de RM de tumor intradural extramedular: meningioma
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Se realiza mediante la Resonancia Magnética (RM). Con ella se puede saber el tamaño y la localización exacta de la lesión. La imagen puede sugerir la naturaleza del tumor, pero nunca proporcionar la certeza absoluta sobre la misma.
¿Qué tipos de tumores medulares existen?
De las cubiertas, del tejido nervioso y de las estructuras de sostén vecinas (columna vertebral) que son generalmente metástasis de un tumor localizado en otras áreas del organismo.
¿Qué tratamientos existen para los tumores medulares?
- La cirugía persigue la extirpación completa del tumor. En algunos casos puede ser curativa, poniendo fin al tratamiento, como es el caso de muchos tumores benignos. En los tumores malignos, la operación no es curativa. Su objetivo es llegar al diagnóstico de certeza del tipo de tumor, reducir su tamaño para aliviar los síntomas derivados de la compresión del tejido nervioso y preparar el camino para otros tratamientos (fundamentalmente radioterapia y sus variantes y quimioterapia), que son más efectivos si se ha podido reducir a un mínimo el tamaño del tumor residual. En general los tumores malignos infiltran el la médula espinal normal y esa área de infiltración no puede extirparse pues se abocaría a secuelas graves (parálisis o falta de sensibilidad de uno o más miembros y falta de control de los esfínteres urinario y/o anal). Otra opción de tratamiento es la aplicación durante la intervención quirúrgica de terapia fotodinámica, que permite destruir los restos tumorales sin dañar el tejido nervioso normal.
- La radioterapia convencional consiste en la administración de radiaciones ionizantes al tumor y a los tejidos circundantes, abarcando a veces toda la médula espinal y en algunos casos incluso el cerebro. Se persigue frenar el crecimiento de las células tumorales. Es curativa en unos pocos tumores, y en el resto su efectividad es contribuir el control del tumor, complementándose con la cirugía y la quimioterapia.
- La quimioterapia frena el crecimiento de muchos de los tumores. Hoy en día existen muchos agentes quimioterápicos y el oncólogo elegirá cuál le conviene mas a cada paciente en cada momento de la enfermedad en función del tipo de tumor y de su extensión. Suele utilizarse en combinación con la radioterapia y la cirugía.
¿En qué consiste la operación?
Consiste en la apertura de las vértebras para acceder al lugar donde está situado el tumor y extirparlo. A veces intra-operatoriamente se analiza una muestra del tumor para conocer provisionalmente su naturaleza benigna o maligna del mismo, pero el informe definitivo se recibe a los cuatro a seis días. Una vez finalizada la extirpación del tumor puede ser necesaria la aplicación de un sistema de fijación mediante tornillos y barras que mantengan la estabilidad de la columna vertebral. Ello permitirá una deambulación más precoz y evitará lesiones añadidas a la médula espinal y sus raíces.
Columna vertebral normal
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Laminectomía para exponer la médula espinal y sus raíces
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Artrodesis trás la laminectomía
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Pasos en la extirpación de una tumoración intramedular
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La dificultad y la duración de la intervención dependen del tipo y localización del tumor. En general son intervenciones largas y laboriosas, porque se requiere mucho cuidado y paciencia para extirpar completamente, si es posible, el tumor sin dañar el tejido nervioso.
¿Cómo es el postoperatorio?
Dependerá mucho del estado del paciente antes de la operación y de la localización exacta y tamaño del tumor. Tras salir del quirófano, en la mayoría de los casos, el paciente pasará a planta de Neurocirugía, pero si el tumor estaba en zona torácica alta o cervical, irá a la UCI. Con ello nos aseguraremos de no tener problemas de tipo respiratorio cuando se produzca edema post-quirúrgico de la médula espinal. Tras 4-6 días de la intervención se suele recibir el resultado del estudio de Anatomía Patológica del tumor. En función de este resultado se decide una estrategia terapéutica u otra. El paciente será dado de alta a los 3-10 días de ser intervenido, pendiente o no de otros tratamientos complementarios (sobre todo pendiente de rehabilitación, para recuperar los déficits neurológicos existentes).
¿Cuáles son las complicaciones?
Existen una serie de complicaciones relacionadas con la necesidad de anestesia general. El hematoma en el lugar del tumor extirpado, aunque infrecuente, puede requerir de una re-intervención, urgente en la mayoría de los casos. Pueden empeorar los síntomas presentes antes de la intervención o aparecer nuevos déficits neurológicos. Las infecciones pueden presentarse como en cualquier tipo de intervención. Pueden ser leves (de la herida de la piel) o severas y profundas (meningitis, absceso en el lecho quirúrgico, etc.).